La vida escolapia en Almanjáyar

No dejo de sorprenderme cada día por lo que veo desde mi ventana, por las situaciones que me encuentro cada sábado cuando vamos a recoger a los niños de Pechivirí para pasar la mañana con ellos. Como escolapio me siento afortunado de poder vivir y trabajar en un ambiente tan necesitado de “alma escolapia”.

M. y L. son hermanos, su padre está en la cárcel, su madre prácticamente no existe. Viven con su abuela, o más bien podría decirse que “mal-viven” con su abuela. Casi todos los sábados nos los encontramos haciendo trastadas por la calle, poco aseados, viendo y haciendo cosas que nadie que quisiera educar bien a sus hijos permitiría. Aquí se convierte en normal lo que de normal es “anormal”: fracaso escolar, malnutrición, paro, trapicheo, drogadicción… Un verdadero gueto social en medio de nuestra ciudad, algo que nadie quiere ver ni pensar. Para la mayoría de los granadinos, Almanjáyar simplemente no existe.

Y aquí está nuestra pequeña comunidad escolapia. Viviendo, trabajando, jugando, educando… No sé qué alcance puede tener nuestro trabajo en medio de tantas necesidades. Pero al menos me siento muy agradecido cuando veo que estamos haciendo visible y existente esta realidad, que como ya he dicho, “no existe” para muchos. Los voluntarios que vienen aquí cada sábado me suelen decir que “esto cansa mucho, pero llega un momento que no puedes dejarlo”. Es que cuando algo te toca el corazón…

Ayer pasamos el día en el cortijo de la Zubia. Fue un día muy bonito: cantamos, hicimos galletas, unos amuletos para protegernos de Shere-khan. Y al final Akela en persona nos visitó para darnos algunos consejos. Cuando regresé a casa solo pensaba en la fuerza que tiene el cariño, la dedicación y la vida puesta como regalo para los demás.

Feliz Navidad…

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Un pensamiento en “La vida escolapia en Almanjáyar

  1. Javi, que trabajo más inmenso estais haciendo con los chicos, chapó. Un fuerte abrazo

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